lunes, 31 de marzo de 2008

El viaje de Karina Macció

Un día, en una de esas charlas que nunca terminan y a mí, que me gusta la conclusión, redonda y sabrosa, me desesperan, Nacho me preguntó: pero vos, más allá de todo ¿qué querés hacer? Por supuesto, no pude contestar. No inmediatamente. Tuve que repreguntar qué querés decir, no entiendo, cómo se contesta eso, yo qué sé, y vos qué querés hacer… Pasado el período de resistencia y afinada en que la respuesta debía contener verbos, no más de tres, y que esos verbos tenían que ser precisos (vivir, morir, amar o comer no sirven), contesté: Escribir y viajar. Me quedé pensando mientras Nacho me miraba, callado porque al fin había una respuesta. Corregí: Viajar y escribir. Dudé: No. Escribir y viajar. Él iba a hablar, pero agregué: Bueno, es lo mismo. Y fue maravilloso darme cuenta de eso. Para mí, escribir y viajar son lo mismo. Tienen matices, implicancias, y equipajes diferentes, pero en el corazón, en la nuez, en mi yo, van hacia lo que más deseo: salirme, extrañarme, aventurarme en diversos espacios: de una ciudad a otra, de una palabra a la otra, qué me lleva, por qué, quién. Cuando estoy confusa y nada me alienta, siempre me ha resultado alejarme, escribirme. Así, parece ser que lo único que hago es escribir desde un lugar que desconozco a otro al que jamás llegaré (quizás sí, pero sin cuerpo, y eso ¿qué es?). Lo único que hago, entonces, es escribir cartas. En este caso, la que voy a leer es una carta de presentación.


***


"(una vez lloré tanto que se me borraron las pupilas y después el color y después tenía globos blancos que me sirvieron de almohada) (una vez dormí tanto que cuando me levanté tenía arrugas en borde del labio y en la orilla de un pie) (una vez estuve despierta 5 años y vi noches y días superponerse sin aviso) (una vez se me rompió el cuerpo el cuerpo y pensé que no iba a andar más) (una vez vi a alguien juntar unas manchitas y decir algo y le pregunté si yo podía hacer lo mismo) (una vez me enamoré tanto que sentí el corazón rebotar como un tambor a cada segundo y no podía hacer otra cosa que oír ese eco que me llamaba y encantaba) (una vez encontré un libro con dibujos y recordando la voz de mi madre hice que leía y después no quise hacer más y pasé miles de horas -en las que nadie podía encontrarme- hasta que hilé las manchitas -que ya eran letras- y aprendí a leer) (una vez quise escribir una novela y tardé la mitad de mi vida sin terminarla) (una vez me morí y rompí el ataúd de la desesperación) (una vez tuve dos cabezas y cuatro manos y fui monstruosa) (una vez empecé a escribir y no pude parar)"

La pérdida o la perdida,"Querido Vos"

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