martes, 22 de junio de 2010

El viaje de Hernán Lucas


La pera diversa o balcones, silla,
cortinas hinchadas, la fiesta
llega en un tren
nocturno entre dunas
o elefantes rendidos
al templete definitivo:
/tu casa en la ciudad.
Los objetos de anoche, los invitados
dificultan el paso de un tren
salido para entrar
en otras estaciones
verdinegras, coloradas figuras
del ingenio que nos permite seguir
viajando lejos
de tu casa amanecida
                               y derrumbada.

 (de Prosa del cedido por el oro, Paradiso, 2007)


***


El calendario trae
la memoria de la fuga
la súbita aparición de rombos
azules y blancos en cada solar.
De tu recuerdo aun
retirándose de vos
dimana el desaliento.

  
(de Prosa del cedido por el oro, Paradiso, 2007)

***

No te imaginás Sebas lo bien
que la estamos pasando hoy
entramos a la playa y la arena tibia no
quemaba. Muy en el olvido iban las cosas.
Simba, el perro, agarraba pelotitas
y se trenzó a jugar con otro eran
de lejos una golosina, dorada, negra,
sobre el mar nublado.
Cuando entré las olas emergían de plomo
como los hombros de algo grande, Kiss,
negros en lo negro, un hilo de niebla
besándoles los hombros.

Empezábamos a bajar por una duna
hacia el coche poco después
de una colonia de sombrillas
de alquiler cerradas, que Bety advirtió
y yo comparé cuándo no
con los muertos.
Bajando entrevimos escalones de madera.
Un heladero huía con nosotros de la lluvia.

No había calle al final de la duna, una caja
de vidrio enturbiada por el vapor,
con dos hombres adentro conversando,
afuera, el inesperado jardín
/apretaba luz plomiza.

(de Sobre un tipo de sufrimiento, inédito)

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